Tener hijos. Una carrera de obstáculos.

En estos tiempos que corren, somos muchos los hombres y mujeres, que damos el salto a la paternidad y a la maternidad rondando los 40 años. Hemos estado retrasando la edad para tener hijos, en ocasiones por convicción pero en general, con la idea de labrar una situación económica óptima para criar hijos.

En los últimos años, ha ido aumentando la edad a la que hemos ido teniendo hijos. Esta nueva realidad de las familias ha sido durante mucho tiempo impensable para generaciones anteriores que tuvieron hijos siendo mucho más jóvenes, en unos casos, y algo más jóvenes, en otros. En nuestro entorno , actualmente, vemos más familias con progenitores mayores, que cuando éramos pequeños, por ejemplo. No es sólo una impresión subjetiva. Según las series del INE, en los últimos 30 años, se han multiplicado por 3 los nacimientos de hijos de madres de entre 35 y 39 años y ¡por 5! los de madres de entre 40 y 45.

¿Por qué esperamos tanto para tener hijos?

Desde los años 70, las mujeres han ido incorporándose al mercado laboral, y con esto fueron compaginando su actividad en la crianza de los hijos con las responsabilidades laborales. Afortunadamente, empezamos a ver mujeres en la mayoría de sectores. Hasta entonces, estaban ocupados por hombres casi en exclusiva. Las mujeres se fueron incorporando a profesiones cualificadas con lo que hemos invertido años en formación. Han ido pasando los años y, hombre y mujeres, nos hemos formado, hemos adquirido experiencia y estamos dispuestos a ejercer nuestro derecho a desempeñar un trabajo digno. Así que, con respecto a la cuestión de los hijos, hemos retrasado el momento.

Pero esto no es todo. Las instituciones y las empresas no han estado a la altura de crear empleo de calidad. Cuando hemos llegado a ese punto, estamos preparados, pero, en el mejor de los casos, aún pasarán unos años antes de que podamos acceder a un puesto de trabajo que nos proporcione cierta estabilidad económica para criar hijos.

En resumen, hemos dedicado tiempo a formarnos y a intentar asentarnos laboralmente. Hemos priorizado estos aspectos frente a tener hijos a una edad determinada. Pero, ¿qué hacemos cuando no llega la situación ideal?

La situación ideal no llega, ¿Qué hacemos cuando oímos el tic tac del reloj biológico?

El momento ideal no llega. Empezamos a impacientarnos y, ante la situación, tenemos nuestro proceso de aceptación:

  1. Nos replanteamos, lo que ya era una decisión tomada pero aplazada
  2. Nos reafirmamos en la decisión y encajamos que la realidad será otra distinta a la que nos habíamos imaginado
  3. Nos sacudimos los temores y…nos ponemos manos a la obra.

Muchas parejas nos hemos encontrado con grandes dificultades a la hora de que las mujeres nos quedemos embarazadas. Se debe, en parte, al ritmo de vida estresante que hemos llevado hasta ese momento. Pero la causa más extendida es el descenso de la fertilidad femenina al alcanzar cierta edad. Hemos invertido tiempo, durante el que fuimos especialmente fértiles, en formarnos y buscar nuestro hueco en el mundo laboral. En el momento en que nos decidimos a tener descendencia encontramos nuevas trabas que superar.

La fertilidad femenina

Se acepta en la comunidad científica que la fertilidad femenina empieza a decaer considerablemente a partir de los 35 años. Para muchas parejas, a esta edad, es cuando empiezan a pensar que ha llegado el momento de tener hijos. Bien porque, por fin, estamos asentados laboralmente, o bien porque consideramos que el momento idóneo no ha legado pero no queremos esperar más.

Para algunas parejas, el embarazo llega rápido, pero para otras muchas… la cosa se acaba complicando. La recomendación médica es que si tras un año sin poner medios anticonceptivos no llega el embarazo, debemos consultar con el ginecólogo si hay algún motivo de salud reproductiva. Pero, ¿También es así para las mujeres de más de 35?

Las mujeres de más de 35 ya han iniciado el descenso rápido de su fertilidad. La probabilidad de encontrar motivos de mala salud reproductiva desde los 35 es mayor. Por este motivo, la recomendación médica es que consultemos con un ginecólogo si no nos quedamos embarazadas en 6 meses sin usar anticonceptivos.

Pasan los meses. No hay embarazo. Pues…vamos al médico.

Imagen de Pixabay

Con la Seguridad Social hemos topado.

Ya sabemos de las bondades de nuestra Seguridad Social, pero también sabemos que tiene muchos puntos negros que mejorar. Los tiempos de espera son excesivos. Nosotras, en este punto, acudimos al médico de cabecera. Estamos ya impacientes después de meses de intentos de conseguir un embarazo, que no llega. Todavía tenemos que esperar unos meses más para tener un diagnóstico. Nos llegará la cita del especialista, nos haremos la extracción de sangre para la analítica, llega el día de la cita, nos exploran, valoran la analítica…y…

…Y…Por fin, un diagnóstico con su plan de acción correspondiente. En el mejor de los casos, tendremos que hacer un tratamiento hormonal o una planificación de las relaciones sexuales. En otros casos, tendremos que someternos a cirugía. Pero una gran parte de parejas nos someteremos a tratamientos de reproducción asistida. La inversión privada en investigación de técnicas de reproducción asistida es grande. Se han desarrollado numerosas técnicas de reproducción asistida que permiten a las parejas recibir un tratamiento, en mayor o menor medida, personalizado.

La Seguridad Social cubre, en ciertos casos, técnicas de reproducción asistida. Para poder acceder a ellas debes tener menos de 40 años. Teniendo en cuenta que las listas de espera pueden superar los 2 años y suponiendo que entramos en la lista con 38, para cuando nos llega el turno, nos hemos quedado fuera.

Acabamos acudiendo a una clínica privada de reproducción asistida, donde con suerte, paciencia y mucho dinero, alcanzaremos nuestro objetivo de ser padres.

Una aunténtica carrera de obstáculos

Durante el tiempo que estamos inmersos en el proceso del tratamiento de reproducción asistida, estamos sometidos a mucha presión. A estas alturas del camino, hemos visitado varias clínicas de reproducción asistida, hemos valorado sus estadísticas y sus formas de trabajar y hemos decidido ponernos en manos de una de ellas. Después de tanto tiempo en la carrera de obstáculos esta elección nos proporcionará la tranquilidad de saber que ya, por fin, entraremos en materia. Son muchas las esperanzas que hemos puesto en este recurso y muchos los temores que nos asaltarán durante el proceso.

Si todo va bien, habremos conseguido un embarazo. Gestaremos a nuestros hijos e hijas y nacerán. Hemos llegado a la meta de la primera carrera de obstáculos. Desde ese momento, empezamos la segunda carrera. La de criar y educar hijos e hijas en una sociedad con una organización hostil para las familias con hijos.

En resumen…

Este post pasa de puntillas sobre la carrera de obstáculos que supone conseguir ser padres y madres en estos tiempos que corren. Cada punto se merecería una reflexión propia. ¿Nos aportáis alguna idea bajo vuestro punto de vista y experiencia?

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